La obra de Herta Müller no solo resulta necesaria por estas causas, a las que podrían unirse su sinceridad y su ausencia de delectación ante el dolor. Es imprescindible porque sirve de advertencia ante el cercano -mucho más de lo que aparentamos creer- regreso de la sinrazón a Europa.
En «Todo lo que tengo lo llevo conmigo» (Siruela) elabora una intensa reflexión sobre el lenguaje de la supervivencia, aquel que conduce a su narrador a considerar la descarga de carbón un deporte elegante, tanto como la equitación o el esgrima. (...)
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